Dentro de poco, miles de niños empezarán a ir al colegio por primera vez o retomarán las clases después de las vacaciones. Tanto para unos como para otros (y también para muchos padres), la adaptación puede ser un trance difícil. Ir al cole significa un gran cambio en su vida. Especialmente, para los niños que van a la escuela por primera vez. Tarde o temprano, al final todos los niños se adaptan. Tanto el que sigue las pautas adecuadas como el que no. Pero el proceso será menos traumático para el primer niño que para el segundo. ¡Y de eso se trata! Por eso os damos 15 consejos para conseguir una vuelta al cole feliz.
Antes de empezar las clases
Adaptarse de forma progresiva al horario escolar
Durante el verano, solemos relajarnos en nuestras rutinas, salimos a cenar con los niños y la familia al completo nos acostamos y levantamos más tarde de lo habitual. Una o dos semanas antes del inicio del curso, debemos establecer la hora de irse a dormir y de levantarse. También debemos adaptar los horarios de comida, merienda y cena. ¡Y cumplirlos incluso los fines de semana! De esta forma facilitaremos que los niños se adapten antes al horario escolar. ¡Y evitaremos que los peques vayan cansados o estén desorientados los primeros días de clase!
Instaurar nuevos hábitos y rutinas
Las vacaciones son un momento ideal para instaurar un hábito tan saludable como es el desayuno en familia. Debemos calcular el tiempo necesario para desayunar con los niños adecuadamente, con tranquilidad y tiempo suficiente. ¡Y fomentar el diálogo!
También es importante lo que enseñamos a desayunar a los niños. Un desayuno compuesto por lácteos, cereales y fruta es perfecto tanto para nosotros como para ellos. Además, ¡un desayuno adecuado les ayudará a mejorar su rendimiento físico y mental!
También es importante preparar mentalmente a los peques realizando con ellos tareas que les involucren en la vuelta al cole. ¡Como hacerles participar en todos los preparativos! Preparar con ellos el material escolar, comprar los libros, forrarlos, preparar el uniforme o la ropa escolar, la mochila, etc.
Una tarde cualquiera puede convertirse en un divertido taller de manualidades con una merienda especial. Poner el nombre y apellidos del niño en sus cosas, comprar una agenda bonita, una mochila chula y un estuche nuevo de colores ayudará a que tenga más ganas de empezar.
Si se trata de niños de primaria o secundaria que retoman clases, es mejor que hagan los deberes de verano entre julio y agosto y no en septiembre. ¡Así podrán empezar el curso con la mente más fresca!
Llevarle a conocer la escuela y hacer el camino unos días antes
Es recomendable llevar a los niños que van a ir a la escuela por primera vez a visitar el colegio antes del primer día para que se familiaricen con las instalaciones. Lo ideal es que el peque pueda ver el aula donde acudirá a clase y conocer a sus profesores un tiempo antes.
Además, es recomendable hacer el trayecto varias veces antes de la misma manera en la que se vaya a hacer de forma rutinaria cuando empiecen las clases (en coche, autobús, andando, etc.) e irles explicando lo que van a hacer. Así sabrán con qué se encontrarán cuando empiecen las clases y no les resultará un ambiente desconocido.
El niño no tiene que quedarse con la sensación de que vamos a “abandonarle” en un sitio nuevo con gente desconocida, sino que le acompañamos a conocer nuevas personas y lugares. Los períodos de adaptación de las escuelas infantiles suelen ser ridículos, en algunos casos incluso inexistentes. Debemos ser capaces de suplir esta carencia y, con todo este preámbulo positivo, el niño irá reconociendo caras y lugares y se sentirá más confiado y seguro.
Actitud positiva
Todos los padres nos preocupamos por sus hijos. ¡Y más cuando trabajamos fuera de casa! Cuando estamos en el trabajo no podemos evitar pensar si estarán bien o si les estará costando demasiado. Los niños son como esponjas y se contagian con facilidad de los estados emocionales de los adultos que les rodean. Por ello, por más ansiedad y preocupación que nos produzca esta nueva etapa, es fundamental que los padres tengan una actitud positiva frente al cambio.
Tanto los primeros día de cole como los días previos, debemos hablarles de la escuela infantil, de los profesores y de los nuevos compañeros con actitud alegre y positiva. Frases optimistas como “te lo pasarás muy bien”, “será muy divertido”, “harás muchos amigos”, “vas a jugar, a cantar y a pintar un montón” o“te vas a divertir mucho” le ayudarán mucho más de lo que pensamos.
Realizar con ellos actividades similares a las que harán en el cole, como dibujar o jugar con formas de colores, hará que después los niños reconozcan estas actividades como familiares. También podemos ver pelis de dibujos que les enseñen más cosas sobre el cole.
Los cuentos que tengan que ver con el tema del colegio y la vuelta al cole pueden ser de gran ayuda para que se sientan identificados con los personajes de la historia así como recurrir al juego simbólico o al hilo argumental para ayudarlos a ponerse en situación.
Hablar del cole como un sitio al que “tienen” que ir porque no hay más remedio, y quedarse allí ellos solos, un montón de horas, separados de papá y mamá, obviamente no es de mucha ayuda. Es importante que los padres transmitan a sus hijos la cultura del aprendizaje para que no perciban la escuela como una obligación.
Apoyo incondicional para la vuelta al cole
Los niños son moldeables y se adaptan a prácticamente cualquier situación por nueva o desconocida que ésta les resulte. Pero, obviamente, es muchísimo mejor para ellos entender las cosas y el por qué de los cambios.
Debemos ser tolerantes con ellos y aprender a ponernos en su lugar. Hasta ahora, todo su mundo es su familia y su entorno más cercano. ¿Cómo te sentirías tú si te encontrarás de repente solo en un país extraño?
Si tienen 3 años o más, unos días antes de empezar el cole podemos sentarnos a hablar con ellos, explicarles en qué consiste ir al colegio y preguntarles cómo se sienten o qué expectativas tienen. Así podremos despejar sus dudas y aliviar sus preocupaciones de manera que puedan hacer frente al cambio con una actitud mental adecuada de expectación e interés.
No sólo va a ser la vuelta al cole
Muchos padres conciben las actividades extraescolares como una excusa para mantener al niño todavía más ocupado durante el curso escolar. Sin embargo, elegidas adecuadamente, resultan una herramienta muy útil para que el niño desarrolle habilidades y aficiones al margen de las horas de estudio. Para muchos niños las horas de escuela, los deberes y los exámenes resultan estresantes. ¡Al fin y al cabo, son solo niños y también deben disfrutar!
Aprender ballet, hacer gimnasia, practicar algún deporte como la natación o el fútbol, tocar un instrumento o cualquier actividad que despierte su interés será beneficiosa para el peque. De esta manera conseguiremos que los niños tengan diferentes tareas y que no solo se centren en estudiar y en hacer los deberes. Además, así van a desarrollar nuevos intereses que les van a ser muy útiles en el futuro.
El primer día de cole
Ponernos en su piel y comprenderlos
Imaginaos por un momento a un niño que se separa de sus padres por primera vez, al que dejan en un sitio que todavía no conoce, al cuidado de una persona desconocida, junto a otros niños también desconocidos y asustados (y muchos de ellos llorando desesperadamente)… A cualquiera le daría un angustia tremenda, ¿verdad?
Los cambios son difíciles de gestionar para todas las personas, pero aún más para los niños de corta edad. Es importante que les escuchemos, despejemos todas sus dudas o temores y les prestemos todo nuestro apodo acompañándoles y ayudándoles a adaptarse lo antes posible a la guardería o a la escuela.
Acompañarle, una acción imprescindible
La compañía de los padres da seguridad a los niños y les ayuda a adaptarse mejor a cualquier circunstancia. Por ello, resulta crucial para el niño que el primer vaya acompañado por sus padres.
Nuestra presencia junto a él le otorgará confianza, seguridad y motivación. Es importante salir con tiempo de sobra de casa y no ir con prisas el primer día. Todo lo contrario, debemos hacerlo todo con calma y positividad para no llegar a un nivel alto de estrés. Por muy nerviosos o intranquilos que estéis por dentro, nunca les trasmitáis vuestra ansiedad y miedos. Unos padres tranquilos implica niños felices.
Si el niño ya conoce el sitio nuevo porque le hemos llevado días antes y se dispone a conocer a las personas nuevas junto a sus padres, le resultará más fácil ganar confianza y sentirse a gusto en este nuevo entorno. La cercanía y el cariño de los padres ayuda a los niños a tener una mejor comprensión del mundo que les rodea. A medida que vayan creciendo irán explorando el mundo, poco a poco, de una forma más autónoma.
Personalmente, yo también os aconsejo que le deis alguna pequeña sorpresa al peque. Como algo para estrenar. No tiene por qué ser nada realmente costoso. Tan sólo un pequeño detalle con el que ellos estén contentos y se sientan agradecidos y motivados. Puede ser una diadema nueva, unos calcetines de su personaje favorito o aquel estuche que le gustó tanto.
Despedirse del niño, no desaparecer
Si acompañarles el primer día de colegio es importante, hacer que el momento de la separación sea corto en el tiempo y nada traumático es igual de relevante.
Algunos padres creen que es mejor dejar al niño en clase y desaparecer mientras algo o alguien le distrae para evitar el llanto de la despedida. Por el contrario, desaparecer sin despedirse adecuadamente del pequeño es totalmente contraproducente y genera mucha angustia en el niño.
Tan sólo tenemos que ponernos en su lugar una vez más. Imaginad que un familiar o un amigo os lleva en coche a un sitio que no conocéis, os abre la puerta del coche, os baja, pone primera y se esfuma. No conocéis a nadie, no sabéis dónde estáis, si van a volver a por vosotros ni cuándo… ¡Ni siquiera sabéis si lo volveréis a ver! Da miedo, ¿verdad?
Lo mejor es despedirse del niño adecuadamente y explicarle lo que va a sucederpara no causarle una angustia añadida a la ya de por sí angustiante separación. Algo así como “Hasta luego, mi amor. Te vas a quedar un ratito en el cole con tu profe y tus amigos. Vais a salir todos juntos al patio a jugar, cantaréis canciones, jugaréis con juguetes nuevos y luego vendremos más tarde a recogerte”. Un beso grande y adiós.
Y os vais.
¡Pero os vais de verdad! Si alargáis la despedida demasiado tiempo, sólo conseguiréis alargar su sufrimiento. Y nada de asomaros a las ventanas para ver qué hace o de quedarse rondando cerca del patio para verle durante el recreo. Así sólo conseguiréis estorbar a la profesora y entorpecer la adaptación de los niños. Y si no podéis evitar espiar…¡Al menos aseguraos de que no os ve! ¡No hagáis ruiditos para conseguir que os mire y le podáis saludar con la manita!
Y que conste que no pretendo asegurar que con todo esto el niño no llore. Aunque os despidáis de él puede que llore (de hecho, muy probablemente lo hará, y mucho). Es inevitable, normal y sano, que un niño pequeño sienta angustia al separarse de sus padres. Pero al menos conseguiremos mantener un nivel normal de ansiedad que no desembocará en pura desesperación al ver que sus padres le han “abandonado” en un sitio desconocido.
A medida que vaya pasando el tiempo, repitiendo cada día la misma rutina, el niño entrará a clase más o menos contento, pero tendrá la total confianza y seguridad de que sus papás volverán siempre a recogerle para llevarle a casa.
¿Y SI SE QUEDA LLORANDO?
Si los primeros días se queda llorando cuando le dejas en el cole, no le des más importancia de la cuenta ni alargues la despedida. De lo contrario, separarse de ti le resultará más difícil y además, aprenderá a recurrir a la pataleta para permanecer contigo unos minutos más.
Si os ve angustiados, se contagiará de vuestro malestar y la situación empeorará. Ten la absoluta seguridad de que unos minutos después de dejarle, estará jugando con sus compañeros tan tranquilo.
Sólo si no ocurre así y su profesora te comenta que le está costando más de lo normal la adaptación, puedes acordar con ella la posibilidad de hacer una adaptación progresiva. Consiste en llevarle durante unos días menos tiempo y después ir alargando poco a poco su permanencia en el centro, hasta que en una semana se acople al horario normal.
Es difícil, pero hay que conseguir encontrar el término medio entre la sobreprotección y la pérdida del vínculo afectivo con los más pequeños. Todo lo contrario puede provocarles una pérdida de autonomía y de confianza en sí mismos.
Recogerle a tiempo
Tan importante como acompañarles al cole, es también ir a recogerles siendo puntuales y mostrándonos alegres. Debemos interesarnos por cómo transcurren sus días en el cole, lo que aprende, a qué juega, qué nuevos amigos hace y por todo lo que nos cuenten.
Durante los primeros días de clase, el peque agradecerá ir a casa después del cole o pasar un ratito jugando en su parque favorito. ¡Y, por supuesto, se merece que le preparemos su cena favorita o que hagamos alguna actividad especial con él después de lo bien que se ha portado! Lo ideal es que dediquemos tiempo a estar junto a él, después de las horas de separación de los primeros días.
Durante el curso
Unos padres empáticos y participativos
Es bueno que los padres se interesen y conozcan qué hacen sus hijos en clase, ya que los padres motivados generan hijos comprometidos con el aprendizaje.
Podemos implicarnos en su educación ayudándoles con el repaso de los deberes, reforzándoles y elogiándoles en sus logros.
Y, por supuesto, es igualmente importante motivar a los niños hablándoles de las cosas positivas que implica ir al cole y aprender cosas nuevas, conocer niños nuevos, hacer amigos, ir a excursiones… Es primordial que los peques perciban el cole como algo divertido.
Diálogo y comunicación
A veces nos olvidamos de lo sumamente importante que es escuchar a nuestros hijos, responder a sus preguntas, ayudarles a superar sus inquietudes y miedos. Debemos darles confianza y apoyo. Para ellos, ir al cole por primera vez es un reto y una nueva situación a la que tienen que enfrentarse.
Para ayudarles, podemos realizar por las tardes actividades físicas. En vez de quedarnos en casa viendo la televisión, podemos ir con los niños al parque, montar en bici, patinar… De esta forma liberan el estrés, hacen una actividad divertida, pasan tiempo con sus papis y eliminan de su mente sus preocupaciones y miedos.
Ser pacientes con los cambios de humor
Los altibajos son una constante en los niños de corta edad durante el comienzo del curso escolar. Son perfectamente normales y hay que ser pacientes y aceptarlos como parte del proceso de adaptación. Los comienzos siempre son duros. ¡Tanto más para un niño pequeño! No debemos sentirnos desalentados, tirar la toalla o desesperarnos. Lo que tenemos que hacer es calmar la ansiedad mediante el diálogo y la conversación. A muchos niños les ayuda escuchar anécdotas de las experiencias similares a la suya que sus padres hayan vivido.
Cada niño es único y tiene su propio ritmo. Hay niños que tardan apenas unos días en adaptarse y otros que tardan semanas e incluso meses. ¡Y a veces los niños nos sorprenden! Puede que un niño que haya llorado como un descosido el primer día, al día siguiente llore precisamente porque no quiere irse a casa. Cabe esperar cualquier posible reacción y ninguna de ellas es mejor, ni peor, simplemente cada uno lo lleva a su manera.
Lo fundamental es que tengamos mucha paciencia y seamos comprensivos. Ellos están atravesando un momento difícil, y también es difícil para nosotros separarnos de ellos. Hablad con vuestro hijo y permitidle que exprese sus emociones.
En definitiva, se trata de implicarnos en sus emociones y que sientan la compañía y el apoyo incondicional de sus padres en los grandes pasos que dan y darán a lo largo de su vida.
HABLA CON LOS MAESTROS Y CONFÍA EN ELLOS
Aunque en nuestro país no se valore lo suficiente, la docencia es una de las profesiones más valoradas del mundo. Dejamos en manos de los maestros la educación de los hijos, y eso es algo muy importante.
Los maestros son profesionales preparados y acostumbrados a tratar con niños. Saben cómo tienen que actuar en cada situación concreta. Pueden ayudar a nuestros hijos a superar retos y conseguir logros. Por ello, debemos escuchar y confiar en los maestros. Déjate orientar por ellos. Pregúntales cuanto consideres necesario para poder ayudar al peque a tener una vuelta al cole feliz.